Trump y su abominable plan para Guantánamo

Publicado el 30 de enero de 2025, 5:55

Ayer, Donald Trump llevó su guerra contra los indocumentados a un nuevo nivel de crueldad. Anunció la apertura de un centro de detención en la Bahía de Guantánamo para albergar a 30,000 inmigrantes. ¡Es indignante! ¿Cómo es posible que un ser humano contemple la idea de encerrar a migrantes en un sitio que es un monumento a la tortura y a la violación de derechos humanos?

Trump hizo este anuncio justo antes de firmar la Ley Laken Riley, que ordena la detención de inmigrantes indocumentados acusados de ciertos delitos menores, como hurto o robo en tiendas. Ni siquiera hace falta una condena; una simple acusación basta para encerrar a una persona. Esto es una abominación legal que pone en peligro a miles de beneficiarios de DACA y pisotea más de 200 años de tradición judicial en los Estados Unidos, donde cualquier persona—documentada o no—era considerada inocente hasta que se demostrara lo contrario.

Las palabras de Trump no dejan margen de duda: “Tenemos 30,000 camas en Guantánamo para detener a los peores criminales ilegales que amenazan al pueblo estadounidense. No queremos que regresen, así que los enviaremos a Guantánamo.” Así de brutal. Así de inhumano.

Actualmente, ICE tiene alrededor de 38,000 personas detenidas, mientras los tribunales de inmigración enfrentan un atraso de 3.7 millones de casos. Esto significa que miles de personas pueden pasar meses o años detenidas antes de obtener una audiencia. Para alojarlas, sería necesario un enorme proyecto de construcción de centros de detención temporales.

Guantánamo es una vergüenza mundial. Su historial de torturas, detenciones arbitrarias y alimentación forzada ha sido condenado por organizaciones de derechos humanos y la ONU. Que Trump quiera usarlo para detener inmigrantes es una monstruosidad sin precedentes. Es una amenaza a la dignidad, la justicia y los principios fundamentales de cualquier sociedad civilizada.

Trump no solo criminaliza la migración; la deshumaniza. Y eso, como humanidad, no podemos permitirlo.

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