
En 2020, ya casi al final del primer mandato de Trump, el presidente le soltó al secretario de Defensa Mark Esper una idea que raya en lo absurdo: ¿por qué no lanzamos un ataque con misiles contra los cárteles mexicanos y su infraestructura? Esper narró ese episodio en sus memorias, señalando lo peligroso que se estaba volviendo Trump hacia el cierre de su presidencia. Por suerte, esos misiles nunca salieron del papel —por ahora— y quedó como un simple espectáculo sin políticas concretas.
Pero cinco años después, Trump sigue viendo a los cárteles mexicanos como una amenaza de primer nivel para la seguridad nacional de EU. Su impulso por lanzar acciones ofensivas dentro de México no ha hecho más que intensificarse. Ya no es solo una idea marginal de campaña: el uso del ejército estadounidense contra organizaciones criminales en América Latina se ha convertido en una opción política coherente dentro del Partido Republicano, al menos según el New York Times. Se reporta que Trump firmó una directiva presidencial que autoriza al Pentágono a comenzar a usar fuerza militar contra ciertos cárteles en la región. Actualmente, los militares estudian diversas formas de implementar esa orden. (Common Dreams, Responsible Statecraft)
No es sorpresa para nadie que contempla la geopolítica: Trump, el vicepresidente J.D. Vance, el secretario de Defensa Pete Hegseth, el embajador de EU en ONU (y fugaz asesor de seguridad nacional) Mike Waltz y el embajador en México Ron Johnson han dejado la puerta entreabierta para usar la fuerza militar —ya sea bombardeando laboratorios de fentanilo desde el aire o enviando fuerzas de operaciones especiales para eliminar a líderes de cárteles en suelo mexicano—. (Common Dreams)
La administración no perdió tiempo. La CIA ha intensificado vuelos de vigilancia, tanto por la frontera como en espacio aéreo mexicano, para localizar puntos clave de los cárteles. También ha habido discusiones iniciales sobre posibles ataques con drones. Además, el 20 de febrero, el Departamento de Estado de EU designó a seis cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras —una jugada que apunta a disuadir a ciudadanos estadounidenses de colaborar con ellos y a allanar el camino para futuros ataques—. (Common Dreams)
Desde el punto de vista político, esta postura es un verdadero “carne roja” para su base: ponerse duro con México estira las credenciales de Trump como defensor sin filtros del país. Pero, más allá de la pirotecnia mediática, la política de enviar militares a México está llena de riesgos, consecuencias y costos enormes, que podrían empeorar justo los problemas que Trump dice querer resolver. (Common Dreams)
Cabe aclarar algo importante de entrada: usar la fuerza militar contra los cárteles no es un invento de Trump. Gobiernos mexicanos —desde el conservador Felipe Calderón hasta el izquierdista Andrés Manuel López Obrador (AMLO)— han apostado por el ejército para tratar de aniquilar a los grupos criminales, bajo la premisa de que esa era la presión más efectiva. Calderón, por ejemplo, lanzó una guerra total a los cárteles en 2006, despliegue militar mediante en los estados más violentos. Su sucesor Peña Nieto apenas moderó la estrategia, centrada también en los “capos”. AMLO, tras llegar en 2018, intentó sacar al ejército de las calles, pero acabó desplegándolo en zonas conflictivas como Culiacán, cuando estallaba la violencia. (Common Dreams)
Esa estrategia resultó ser un desastre: en lugar de doblegar a los cárteles, los fragmentó. Los capos fueron eliminados o capturados, pero eso sólo desató luchas internas por el poder. La violencia se disparó, asesinatos, ataques a autoridades y zonas antes tranquilas del país quedaron atrapadas en la guerra. El resultado fue una tasa de homicidios en México tres veces mayor que antes de que Calderón declarara la guerra hace casi dos décadas. (Common Dreams)
Es poco probable que la Casa Blanca quiera replicar ese modelo: difícil imaginar tropas gringas desplegadas en Tamaulipas, Guanajuato o Sinaloa, poniendo retenes y entrando en combate callejero con grupos que a veces tienen más potencia de fuego que el propio ejército mexicano. Más factible es una campaña aérea de bombardeo a laboratorios de fentanilo: más económica, menos riesgo para soldados estadounidenses. Pero tampoco hay que hacerse ilusiones: esa opción también está condenada a fallar. Una experiencia similar se intentó en Afganistán entre 2017-2018: la Fuerza Aérea destruyó laboratorios de opio para cortar ingresos al Talibán. ¿Resultado? No afectó sus recursos lo suficiente —todo lo contrario, fue una inversión inútil—. (Common Dreams)
¿Por qué habría de ser distinto con los cárteles mexicanos? El fentanilo es sintético, fácil de producir y no requiere extensos campos de cultivo que descubrir. Aunque destruyeron algunos laboratorios, los cárteles tienen recursos, se reubican y siguen produciendo: ingresan miles de millones de dólares cada año —¿quién se va a poder aguantar esas ganancias? Si un grupo cede, otro ocupa su lugar. (Common Dreams)
En resumen: declarar guerra al principal socio comercial de EU, el vecino con el que compartimos casi 2 000 millas de frontera, es la ilusión de progreso sin efecto real. Lo que sí promete es tensionar una relación que debería buscar fortalecerse, no dinamitarse. (Common Dreams)
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Comentarios
Ya sabemos que la delincuencia tiene el control de casi todo en México, y parece que el gobierno no hace nada como siempre el pueblo es el que sufre, y nos venden la idea de la soberanía como algo muy digno y se deja lo importante que es hacer que las familias puedan vivir una vida mejor, tampoco se la solución solo pienso que algo de ayuda estaría bien por qué ya sabemos y vemos por muchos años desde adentro del gobierno mexicano no hay avance sino todo lo contrario....