


Desde los inicios de Estados Unidos, la esclavitud y la ganancia han sido dos pilares profundamente entrelazados con la cultura del país. Curiosamente, PBS realizó una serie completa al respecto, enfocándose en los esclavos africanos.
"Los sirvientes contratados llegaron por primera vez a América en la década posterior a la colonización de Jamestown por la Compañía de Virginia en 1607.
La idea de la servidumbre por contrato surgió de la necesidad de mano de obra barata. Los primeros colonos pronto se dieron cuenta de que tenían mucha tierra por cuidar, pero nadie que la trabajara. Dado que el pasaje a las colonias era caro para todos, excepto los ricos, la Compañía de Virginia desarrolló el sistema de servidumbre por contrato para atraer trabajadores."
(PBS)
Se han producido numerosos documentales sobre el sufrimiento de los esclavos afroamericanos, y qué bueno que se haya abordado. Sin embargo, se ha prestado poca atención a los esclavos modernos: los migrantes, en su mayoría de origen latino, que actualmente languidecen en condiciones infrahumanas. Mientras tanto, la oligarquía y sus empresas siguen enriqueciéndose a costa del sudor de estos trabajadores.
EL ENRIQUECIMIENTO DEL GOBIERNO
Desde la reforma migratoria de 1986 (IRCA), los migrantes indocumentados han contribuido de forma masiva a la economía de EE. UU. mediante el pago de impuestos, a pesar de no tener acceso a muchos beneficios públicos. Se estima que han aportado entre $400 mil millones y $600 mil millones de dólares en total, incluyendo impuestos federales sobre la renta, impuestos estatales y locales, así como contribuciones al Seguro Social y Medicare, muchas veces usando ITINs o números falsos de Seguro Social.
Actualmente, sus aportaciones anuales superan los $20 mil millones. Uno de los datos más impactantes proviene de la propia Administración del Seguro Social (SSA): los indocumentados aportan cerca de $12 mil millones cada año al fondo del Seguro Social sin derecho a recibir un solo centavo de retorno. Desde 1986, se calcula que han contribuido entre $300 mil millones y $350 mil millones solo a este sistema. Gran parte de esos fondos termina en el llamado Earnings Suspense File, que en 2020 acumulaba más de $1.3 billones en salarios no vinculados a números válidos.
Lejos de ser una “carga”, los migrantes indocumentados han sido una columna vertebral oculta del sistema fiscal estadounidense.
📚 Fuentes: SSA Actuarial Note No. 151, ITEP, Brookings Institution, Pew Research Center.
UNA NUEVA AMENAZA
La administración de Donald Trump quiere ahora gravar las remesas que los migrantes envían a sus familias en México. Como parte de su “Big Beautiful Bill”, Trump y los republicanos buscan evitar que los migrantes gasten su dinero fuera de EE. UU.
Este nuevo impuesto implicará que enviar dinero a México cueste más, y que las familias que lo reciben obtengan menos. Según un análisis de Milenio, la comisión promedio es de 6.83 por cada $100 dólares enviados, a parte del impuesto propuesto de $3.50. El monto recibido final sería poco más de $89 dólares por cada $100 ganados y enviados.
📌 Fuente: Milenio Negocios
(TikTok @milenio)
Y lo más indignante: esos $100 dólares ya habían sido gravados. Estamos hablando de un triple impuesto.
EL TRÁFICO HUMANO
A veces reviso noticias en TikTok, pero esta semana vi algo impactante: docenas de anuncios de presuntos coyotes guatemaltecos, ofreciendo paso a Estados Unidos en avioneta por $32,000 dólares, por túnel $15,000, y por caminata $8,500. Los anuncios, acompañados de cánticos evangélicos, prometen “trato de lujo”.
No tengo manera de verificar si son reales o estafas, pero su presencia abierta (incluso con testimonios que parecen legítimos) muestra el descarado negocio del tráfico humano.
(No incluiré los enlaces para no fomentar la trata de personas.)
Piénsalo: $32 mil dólares por un viaje a EE. UU. es más de lo que cuesta una casa modesta en Guatemala, que ronda los $25 mil dólares.
(Fuente)
Lo peor: los líderes de estos países guardan silencio. En vez de impulsar programas como Sembrando Vida para fomentar la economía local, prefieren callar, ya que las remesas se han vuelto vitales para sus economías. Les conviene más el dinero que los derechos humanos.
UNA NUEVA ESCLAVITUD
En pleno siglo XXI, la esclavitud sigue viva. Solo que ahora usa tejana y cobra impuestos. Los migrantes se han convertido en carne de cañón para que las empresas, los gobiernos —y hasta el crimen organizado— se lleven su tajada millonaria. Esto no es migración: es explotación con etiqueta de legalidad.
Añadir comentario
Comentarios