¿Rand Paul y Nicolás Maduro coinciden?

Publicado el 5 de septiembre de 2025, 6:24

Es un día tan raro como un eclipse solar, pero hoy la política estadounidense nos regala una escena insólita: Rand Paul, senador republicano con fama de libertario desconfiado del poder imperial, y Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, se ponen de acuerdo… aunque cada uno desde extremos opuestos del tablero ideológico.

El origen de este choque —o coincidencia incómoda— fue la intervención militar de EE.UU. el pasado 2 de septiembre de 2025, que redujo a escombros una embarcación en el Caribe sur que, según Washington, transportaba droga desde Venezuela y pertenecía al Tren de Aragua. Murieron 11 personas. Trump celebró el operativo como un golpe ejemplar contra el narcotráfico; Maduro, en cambio, lo denunció como una agresión directa y desalmada (El País).

Desde EE.UU., Rand Paul lanzó una crítica que sonó a herejía dentro de su propio partido:

**“Todos asumimos que estas personas eran malas personas y narcotraficantes, pero si los atrapan frente a las costas de Miami, detenemos la lancha —a menos que nos disparen. Nosotros no les disparamos; confiscamos la embarcación. Los meten a la cárcel, y después pasan por un juicio para determinar qué estaban haciendo. Si traen 20 libras de cocaína, heroína o algo parecido en la lancha, serán condenados.

La razón por la que tenemos juicios y no asumimos la culpabilidad automáticamente es porque podríamos cometer un error. ¿Y si resultan ser personas huyendo de Venezuela? No hacemos explotar barcos que entran a nuestras aguas, a menos que vengan con la intención de atacar a otra embarcación o que resistan a balazos. En esos casos, arrestamos a la gente.

Es difícil, y es complicado, porque obviamente puede que sean malas personas. Así que, aunque uno piense que merecen que les pase algo malo, incluso por crímenes terribles todavía tienen derecho a un juicio. Básicamente, se les asigna un abogado y tienen su día en la corte.”** (MSN)

Ese enfoque, que apela a los derechos constitucionales y a la razón frente a la furia de la pólvora, recuerda lo obvio: sin debido proceso, el Estado se convierte en verdugo sin ley.

Y en paralelo, desde Caracas, Maduro lanzó su propio grito:

“Venezuela está enfrentando la más grande amenaza que se haya visto en nuestro continente en los últimos 100 años. Ellos (el Gobierno de EE.UU.) han querido avanzar hacia lo que llaman la máxima presión, en este caso es militar, y ante la máxima presión militar, nosotros hemos declarado la máxima preparación para la defensa”, advirtió, denunciando la presencia de 1,200 misiles y un submarino nuclear apuntando a su país (HuffPost).

Sí: aquí hay un consenso incómodo y sorpresivo. Ambos rechazan la lógica de la barbarie unilateral: uno desde la defensa del debido proceso, el otro desde la soberanía regional frente a una intervención militar disfrazada de lucha antidrogas.

Este episodio nos recuerda algo más amplio: América Latina no puede aceptar que la “guerra contra el narco” se use como excusa para imponer una política de cañoneras en pleno siglo XXI. Tampoco puede EE.UU. proclamarse juez, jurado y verdugo, destruyendo barcos y vidas sin pruebas ni juicios.

Que Paul y Maduro —dos figuras que rara vez podrían coincidir— marquen la misma línea roja debería ser suficiente advertencia: lo que está en juego no es solo la política venezolana, sino la estabilidad de toda la región y los principios democráticos que Trump dice defender mientras los pisotea.


 

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