
“Creo que vale la pena pagar el costo de, lamentablemente, algunas muertes por armas de fuego cada año, para poder mantener la Segunda Enmienda que protege nuestros demás derechos otorgados por Dios.” – Charlie Kirk.
Esas palabras resultaron ser algo proféticas. Mientras participaba en un mitin en la Universidad del Valle de Utah en Orem, Utah, el activista de derecha y aliado clave del presidente estadounidense Donald Trump, Charlie Kirk, fue asesinado a tiros este miércoles. El fundador de Turning Point USA estaba sentado en una carpa, hablando en el evento, cuando una bala lo alcanzó en el cuello, desatando el caos.
Quiero compartir mis pensamientos y perspectiva sobre el tiroteo contra Charlie Kirk hoy en Orem, Utah. A principios de los años noventa, trabajé en una estación de radio en esa misma ciudad. Mi sobrino también se graduó de la Universidad del Valle de Utah.
Sorprendentemente, yo mismo pude haberme convertido en una especie de Charlie Kirk. Fui ultraconservador, miembro de la John Birch Society y del New American Club en BYU. Solía debatir con Lous Midgely, un profesor de filosofía famoso por su habilidad en la gimnasia mental con la apologética mormona. Nunca olvidaré la ocasión en que supe cubrir un programa de fin de semana en KTKK, y Midgely lo escuchó. Me insultó frente a todo un auditorio de estudiantes: “¿Por qué no consigues un trabajo de verdad? ¡Eres un sofista patético!” Yo respondí que se mirara al espejo y buscara un “trabajo real” que no implicara lamerle las botas a la administración. Mis compañeros aplaudieron, pero terminé con una “F” en el curso porque pasé tres semanas hospitalizado y no pude completar la materia. Ese era el antiguo Benjamin Reed. Mis ideas políticas, religiosas y mi visión de la vida son todo lo contrario en 2025, más de 30 años después.
Menciono ese trasfondo porque hay que entender lo profundamente conservadora y “roja” que es la zona de Provo y Orem. Es un semillero natural de aduladores del MAGA. La cultura inculca que, si cuestionas al sistema, serás marginado. Por eso hay tanta renuencia a desafiarlo. Me imagino que Kirk no estaba ahí para debatir, sino para recibir aplausos y “reforzar a las tropas.”
Por mucho rechazo que me produzcan la retórica y las opiniones de Kirk y Turning Point USA (llegó a decir que Claudia Sheinbaum era una amenaza mayor para EE.UU. que Putin, pidió el genocidio de Palestina, apoyó la idea del “inglés solamente” y quería una moratoria a la inmigración mexicana), me parece repugnante que alguien, con cualquier motivo, haya decidido usar un arma para silenciarlo. Eso es cobardía extrema e inaceptable. En el espíritu de Charlie Kirk, aunque no coincidamos, estoy seguro de que él mismo diría que el mejor camino es “¡hacer un mejor argumento!” Cualquiera puede jalar un gatillo, pero se necesita orgullo y neuronas para elaborar un argumento y presentarlo ante las masas. Yo le enseño siempre a mi hijo que una célula cerebral es un arma infinitamente superior a un arma de fuego.
Condeno este ataque calculado. No es un momento de orgullo ni para nuestra región ni para Estados Unidos. Podemos no estar de acuerdo con Kirk, pero nos corresponde defender su derecho a exponer su postura. Como dijo Noam Chomsky: “Si no creemos en la libertad de expresión para la gente que despreciamos, no creemos en ella en absoluto.”
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