
Ayer, en la Asamblea General de la ONU, Donald Trump volvió a mostrar el rostro más grotesco del imperialismo estadounidense. En un discurso lleno de odio, distorsiones y exageraciones negacionistas, el presidente republicano calificó al cambio climático como “la mayor farsa jamás perpetrada” y lanzó amenazas contra migrantes, campesinos y pueblos enteros del sur. Su guion, repetido hasta el cansancio, mezcla la paranoia con el cinismo: atribuye a Venezuela y Colombia los problemas de narcotráfico mientras ignora que el fentanilo se produce en gran parte dentro del aparato industrial de Estados Unidos. Trump es, como dicen los mexicanos, un hocicón incapaz de articular políticas serias, pero muy hábil para manipular datos y sembrar miedo【Politifact, 2025†source】.
En contraste, Gustavo Petro —presidente de Colombia— ofreció uno de los discursos más valientes de la jornada. Con un tono firme y directo, denunció que la “guerra contra las drogas” no ha sido diseñada para proteger la salud pública estadounidense, sino para someter a los pueblos latinoamericanos bajo un régimen de violencia y dependencia. Petro lo dijo sin rodeos: “La política antidrogas no es para detener la cocaína que llega a los Estados Unidos, la política antidrogas es para dominar a los pueblos del sur en general”【Telesur, 2025†source】.((111) Así fue el discurso del presidente Gustavo Petro en la Asamblea de la ONU contra Donald Trump - YouTube)
Un señalamiento histórico
Petro no se limitó a cuestionar la hipocresía de Washington. Fue más lejos: pidió abrir un proceso penal contra Trump y los funcionarios estadounidenses responsables de ordenar asesinatos en el Caribe, donde jóvenes pobres fueron ejecutados bajo el pretexto de ser narcotraficantes. La contundencia de sus palabras provocó incomodidad en la delegación estadounidense, algunos de cuyos representantes abandonaron la sala. Pero su mensaje quedó grabado: Trump no solo criminaliza a migrantes y campesinos, sino que además se convierte en cómplice de genocidios, desde Gaza hasta nuestras costas latinoamericanas.
Este es un cambio de paradigma. Durante décadas, la Casa Blanca descertificaba gobiernos latinoamericanos como mecanismo de chantaje. Petro, presidente de un país históricamente subordinado, respondió mostrando cifras: en 2023 y 2024 su administración incautó más cocaína que nunca y extraditó a más de 700 capos, todo ello sin bombardear ni asesinar a jóvenes inocentes. Frente a la violencia militarizada, propuso una política de sustitución voluntaria de cultivos, con resultados concretos: una reducción del 40% en el crecimiento de la hoja de coca en comparación con el gobierno de Iván Duque, el mismo que nunca fue sancionado a pesar de recibir financiamiento de narcos【Telesur, 2025†source】.
Trump y la obsesión del poder
Mientras Petro apelaba a la justicia social y a la soberanía regional, Trump se hundía en su obsesión por el poder. Llegó a afirmar que “en siete meses puso fin a siete guerras interminables”, algo que fue desmentido por expertos internacionales: en varios casos ni siquiera había guerras en curso, y en otros la mediación de Washington fue mínima【Politifact, 2025†source】. También distorsionó las cifras de migrantes menores de edad, asegurando que “300,000 niños desaparecieron”, cuando en realidad el dato real se refiere a ausencias en audiencias judiciales, no a desapariciones ni muertes. Es decir: Trump juega con el dolor humano para sacar rédito político.
Su postura sobre el clima es igualmente ridícula. Negó la capacidad eólica de China, pese a que el gigante asiático concentra casi el 44% de la capacidad mundial de granjas eólicas, triplicando a Estados Unidos【Politifact, 2025†source】. Es un ejemplo de cómo su negacionismo climático no se basa en hechos, sino en su desprecio hacia cualquier esfuerzo colectivo que cuestione el modelo depredador del norte.
Petro y la dignidad latinoamericana
Petro recordó que América Latina no puede seguir siendo vista únicamente como “productora de coca o de terroristas”. La región posee un enorme potencial natural e industrial, pero su destino depende de romper con la lógica colonial que Estados Unidos, y particularmente Trump, insisten en imponer. Su llamado a la paz, a la justicia y al reconocimiento de los campesinos y de las víctimas de la guerra antidrogas, resonó más allá de Colombia: fue un mensaje para todo el sur global.
A mi parecer, este discurso tiene un eco especial. Nuestros pueblos también han sido víctimas de la violencia impuesta por políticas gringas que nada resuelven y todo destruyen. Mientras Trump amenaza con muros y misiles, Petro habla de vida, de alternativas y de soberanía. La diferencia no puede ser más clara.
Referencias:
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Telesur. Petro en la ONU: “La política antidrogas es para dominar a los pueblos del sur”. 23 septiembre 2025. Link
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Politifact. Verificando las declaraciones de Trump en la ONU. 23 septiembre 2025. Link
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