A partir del reciente acuerdo político impulsado por Javier Milei en Washington —donde el gobierno argentino habría pactado la cesión de yacimientos estratégicos de litio y gas, el establecimiento de una base estadounidense en el extremo sur y la limitación de China en la economía nacional a cambio de una supuesta estabilidad cambiaria— Donald Trump puede sentirse satisfecho con el rediseño neoimperial que impulsa en América Latina.
Se trata de una ingeniería política orientada a recuperar el predominio de Estados Unidos en la región y desplazar a cualquier competidor que interfiera en la obtención de recursos naturales claves para la energía, el transporte y la industria bélica-tecnológica del futuro. Washington reactiva así una política internacional que recuerda la Guerra Fría, con frentes múltiples que combinan seguridad, narcotráfico, economía, deportaciones y apropiación de recursos.
El frente del Caribe
El primer foco de esta ofensiva tiene al Caribe como escenario principal. Lo que comenzó con la amenaza de Trump a Panamá —bajo el argumento de que el canal estaba “en manos chinas” cuando en realidad lo opera el holding hongkonés CK Hutchison Holdings, con inversiones también del fondo estadounidense BlackRock— derivó en una política más agresiva.
Las acusaciones de Washington sobre la “permisividad” de México frente al narcotráfico encubren la preocupación por el fortalecimiento de los lazos comerciales entre el gobierno de Claudia Sheinbaum y Beijing, que han permitido a México un margen de autonomía respaldado por su alta popularidad y un equilibrio diplomático eficaz.
El enfrentamiento con Nicolás Maduro pasó del plano retórico a la acción militar, con un inédito despliegue naval hacia las costas venezolanas. Los ataques a embarcaciones supuestamente ligadas al narcotráfico, junto con la disputa petrolera entre Exxon Mobil y Chevron y el conflicto del Esequibo entre Venezuela y Guyana, han elevado la tensión en un territorio estratégico para Washington.
En días recientes, un nuevo ataque atribuido al Ejército de Liberación Nacional (ELN) sirvió para vincular falsamente al presidente colombiano Gustavo Petro con el comercio ilegal de drogas. Esta operación mediática busca debilitar a uno de los principales críticos de Trump y golpear a la izquierda colombiana en vísperas de las presidenciales de 2026. La narrativa de “narco-Estado” pretende desestabilizar al área caribeña y facilitar una intervención política encubierta bajo el discurso de la seguridad regional.
El frente andino-pacífico
El segundo frente involucra a Ecuador, Perú y Chile. En el Perú, la destitución de Dina Boluarte el 10 de octubre revela un reacomodo del poder parlamentario favorable a Washington. Aunque oficialmente se la apartó por “corrupción”, su acercamiento a Beijing —promoviendo el puerto estratégico de Chancay, financiado por China, e impulsando el megaproyecto Corío en Arequipa— resultó intolerable para los sectores alineados con Estados Unidos. Su sucesor, José Jeri, ya avanza hacia un alineamiento pleno con la Casa Blanca.
En Ecuador, Daniel Noboa ha ofrecido su país como trinchera para los intereses estadounidenses. Bajo el pretexto de combatir el “narcoterrorismo”, convocó a un plebiscito el 16 de noviembre para permitir el regreso de bases militares extranjeras, evocando la antigua Base de Manta cerrada por Rafael Correa en 2009. Si gana el “sí”, el Pentágono obtendría control sobre parte del Pacífico sur y una posición privilegiada cerca del Canal de Panamá.
En Chile, la Casa Blanca mira con inquietud las elecciones de noviembre-diciembre, temerosa del ascenso de Jeanette Jara, candidata de izquierda. El objetivo es fortalecer a la oposición a Gabriel Boric —una coalición de derecha y ultraderecha que ya negocia un pacto de mutuo apoyo para el balotaje. El resultado definirá el control sobre las reservas de litio y otros recursos estratégicos que interesan a Washington.
Bolivia y el viraje continental
Bolivia representa un eslabón central en la estrategia de Trump. El triunfo del derechista Rodrigo Paz el 19 de octubre marca el fin del modelo económico del Movimiento al Socialismo (MAS) y abre la puerta a un giro total hacia la derecha. Estados Unidos aprovecha la implosión del proyecto popular para restablecer su influencia y revisar los acuerdos con China y Rusia sobre litio y gas. El control sobre Bolivia era una aspiración pendiente desde los tiempos de Evo Morales y Luis Arce, ahora finalmente materializada.
El frente atlántico: Brasil como obstáculo
El último frente, y quizás el más complejo, es Brasil. Luiz Inácio Lula da Silva (Lula) se mantiene como principal obstáculo a la política de Trump, resistiendo las presiones comerciales del norte y consolidando su liderazgo internacional dentro de los BRICS y el Sur Global. Su decisión de mantener el juicio contra Jair Bolsonaro por el intento de golpe de 2022 demostró su autonomía pese a las maniobras de Washington para liberarlo.
Brasil no solo tiene un peso político determinante —es potencia regional y referente del Sur Global— sino que posee las terceras reservas mundiales de tierras raras, minerales críticos para la tecnología militar y digital. Esa riqueza le da un valor estratégico incalculable en el tablero global. Tal vez por eso Trump ha intentado recientemente una negociación más “flexible” con Lula, buscando contener su influencia sin romper del todo los vínculos económicos.
Un rediseño imperial frágil
El plan maestro de Trump avanza como una reconfiguración neocolonial de América Latina a través de socios locales sumisos, bases militares y alianzas económicas asimétricas. Sin embargo, la coerción constante podría derivar en escenarios más inestables. A pesar de sus crisis y contradicciones, la historia latinoamericana demuestra que la identidad y la defensa de los recursos propios terminan imponiéndose sobre las pretensiones imperiales. Los pueblos han sabido resistir cada vez que el norte pretendió decidir su destino.
Crédito: Este texto se basa en el artículo original «El plan maestro de Trump para la región», escrito por Daniel Kersffeld, publicado en Página/12 el 23 de octubre de 2025. (pagina12.com.ar)
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