El Sueño Americano, Solo si Eres Blanco

Publicado el 31 de octubre de 2025, 4:26

💀La Nueva Cara del Racismo Migratorio de Trump y Vance

"Amamos a los inmigrantes, pero sólo si vienen por la vía legal.”
Es la frase favorita de muchos “gabachos” bien intencionados, un mantra repetido con orgullo desde la ignorancia, el privilegio y —hay que decirlo sin rodeos— el racismo. Porque hablar de inmigración “legal” en Estados Unidos es hablar de una fantasía, un espejismo burocrático diseñado para excluir. El propio Cato Institute —ni progresista ni izquierdista— lo deja claro: menos del 1 % de quienes desean emigrar legalmente a EE.UU. logran hacerlo. Cato Institute

Y mientras ese sistema imposible cierra las puertas a quienes huyen de la guerra, del hambre o de la violencia, Donald Trump y su aprendiz J.D. Vance han decidido reescribir el concepto de “refugiado”: sólo si eres blanco, cristiano y preferiblemente de Sudáfrica.

🧱 El muro invisible: racismo con traje de ley

La nueva política de la administración Trump limita las admisiones de refugiados a 7,500 personas por año, una cifra histórica por lo baja. Pero lo más indignante es a quiénes sí van a dejar entrar: en su mayoría “sudafricanos blancos” —los llamados afrikáners— bajo el argumento de que sufren “discriminación”. Associated Press

Quienes huyen de Afganistán, Siria, Venezuela o Haití quedan fuera. Los que escapan de la violencia que muchas veces Estados Unidos ayudó a crear, quedan esperando en campamentos, congelados en la frontera, o atrapados en la pesadilla del asilo. Es racismo institucional maquillado de “seguridad nacional.”

Krish O’Mara Vignarajah, presidenta de Global Refuge, lo dijo con precisión:

“Esta decisión no sólo reduce el número de refugiados; reduce nuestra moral como nación.”

📈 Los inmigrantes no destruyen la economía — la salvan

Mientras Trump repite que los inmigrantes “roban empleos” y “destruyen la cultura americana”, la realidad es exactamente la contraria. Según un análisis de AP News, el flujo migratorio durante la administración Biden evitó una recesión. Associated Press

La fuerza laboral estadounidense creció gracias a los inmigrantes: cubrieron millones de vacantes que los nativos no quisieron ocupar, sostuvieron sectores como agricultura, salud, transporte y construcción, y ayudaron a contener la inflación al estabilizar la oferta de trabajo.
Sin esa inyección de energía, creatividad y sacrificio, el país habría colapsado económicamente.

La supuesta “invasión” de la que habla Vance es pura demagogia. En su propio discurso en Ole Miss, el vicepresidente afirmó que “hemos dejado entrar demasiados inmigrantes” y que “debemos reducir drásticamente los números.” MSN News
¿Demasiados? En realidad, el 18 % de la población activa estadounidense son inmigrantes, pero aportan el 25 % del crecimiento económico neto. (U.S. Bureau of Labor Statistics, 2024).

🤔 Hipocresía con apellido europeo

La ironía es grotesca: tanto Trump como Vance presumen de esposas con raíces inmigrantes, pero al mismo tiempo promueven un sistema que cierra el paso a todo aquel que no se parezca a ellos.
Trump, el nieto de un alemán que vino sin papeles y se enriqueció a costa del sistema; Vance, el descendiente de inmigrantes irlandeses pobres, ahora vendiendo xenofobia envuelta en patriotismo.

Y lo peor: la nueva política de refugiados rompe con el consenso humanitario que definió a Estados Unidos durante más de cuatro décadas. . Hoy, el ADN de EEUU se está blanqueando, literal y simbólicamente.

🔥 Una nación de inmigrantes, gobernada por hipócritas

Trump y Vance quieren un país con la piel blanca y la memoria corta. Pero Estados Unidos no sería Estados Unidos sin inmigrantes. Fueron ellos quienes lo construyeron, lo alimentaron, lo defendieron y lo reinventaron una y otra vez.
El inmigrante no es el problema: es la respuesta.

Así que la próxima vez que alguien repita el mantra de “que vengan legalmente”, habría que responderle con otra verdad:
“No quieren inmigrantes legales, quieren inmigrantes blancos.”

Porque el sueño americano, en la actualidad, ya no se mide en esfuerzo o esperanza — sino en el tono de piel.

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