TRUMP EN BANCARROTA MORAL: PROPONE CHEQUES ‘PAGADOS POR CHINA’ MIENTRAS DESTRUYE DERECHOS Y SALARIOS

Publicado el 20 de noviembre de 2025, 5:34

Donald Trump atraviesa su momento más frágil desde que llegó a la Casa Blanca. Ya no controla a su partido, perdió el apoyo de buena parte de su base (gracias a los archivos Epstein), y su supuesta fuerza económica se derrumba como castillo de barajas. Y en medio del desastre, su última genialidad es tan absurda que hasta sus propios aliados la ridiculizan: cheques de $2,000 financiados —según él— con tarifas… o mejor aún, pagados directamente por China.

La frase que lo resume todo no vino de un demócrata, sino de un republicano que ya no soporta la farsa. El senador Rand Paul soltó el dardo que retrata el nivel de incoherencia en el que opera este gobierno:

“A lo mejor deberíamos hablarles y pedirles que ellos manden los cheques directamente desde China.”

Ese comentario no fue sarcasmo: fue un grito de auxilio. Hasta la derecha libertaria entendió lo que Trump no puede admitir: sus números no cuadran, su economía no funciona y su narrativa se desmorona. Buchanan, Schweikert, Ron Johnson… uno tras otro dijeron lo mismo: las cuentas son imposibles. Con una deuda nacional de 38 trillones, la idea de repartir dinero mágico no solo es irresponsable; es delirante.

Y para colmo, el Secretario del Tesoro trató de defender el absurdo diciendo que tal vez los estadounidenses “decidan ahorrar el cheque” para que no suba la inflación. Esa no es política económica: es fan fiction para mercados financieros.

Mientras Trump improvisa ocurrencias, la vida cotidiana empeora.
La inflación sigue en 3%, exactamente igual que al inicio de su mandato. Los despidos corporativos alcanzaron un nivel récord que no se veía en 22 años. El café, las frutas, los alimentos básicos… todos más caros gracias a la tormenta de aranceles que él mismo lanzó con orgullo mesiánico. Y ahora, desesperado, está levantando esos mismos aranceles para no seguir hundiendo su propia popularidad.

El colapso no es solo económico; es político.
Senadores republicanos tumbaron tarifas a Brasil, a Canadá, a Argentina y a más de 100 socios comerciales porque estaban devastando sectores completos dentro de Estados Unidos. Y mientras el desgobierno crecía, el país entró en un shutdown interminable que dejó a millones sin ingresos y puso en jaque a trabajadores públicos y familias dependientes de asistencia alimentaria.

¿El resultado electoral? Un baño de sangre: Nueva York, New Jersey, Virginia… todos perdidos para un partido que apostó su destino a un hombre que ya ni siquiera puede mantener el control dentro de su propio movimiento.

Trump prometió bajar precios, abaratar energía, reducir hipotecas, “salvar” a la clase media. Once meses después, lo único que ha logrado es profundizar la crisis y exhibir, una vez más, la mentira del “America First”: una retórica hueca que termina, irónicamente, con republicanos preguntándose si China tendrá que rescatar al presidente.

Este no es un país gobernado: es un proyecto personal en ruinas.
Y la fractura dentro del trumpismo apenas comienza.


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