La noche en que conocí al padre de Selena

Publicado el 14 de diciembre de 2025, 9:08

En el año 2000, en pleno apogeo de la carrera de A.B. Quintanilla III y Los Kumbia Kings, tuve la oportunidad de pasar cerca de dos horas con el patriarca de la familia Quintanilla, Abraham Quintanilla Jr., quien ayer falleció a los 86 años.

Era un verano caluroso y Los Kumbia Kings gozaban de un éxito arrollador tras el lanzamiento de sencillos como “Azúcar” y “Fuiste Mala”. No pasaba más de media hora sin que alguno de sus temas sonara en la radio que yo dirigía, La Fantástica 970. Ese mismo verano, gracias a la coordinación de Rosa, de El Sombrero Restaurante, Los Kumbia Kings se presentaron en Jerome, Idaho. Muchos lecheros contribuyeron para que sus empleados pudieran asistir a este megaevento en los terrenos de la feria.

El escenario fue electrizante: miles de chamacas gritándole a A.B., y hasta una que otra sacó su brasier para aventárselo. La interpretación de sus éxitos quedó grabada en la memoria colectiva: una calidad artística altísima, sin nada de playback. Por mi papel como programador, se me permitió estar a un lado del escenario para presenciar el concierto. Desde ahí observaba a un señor medio gruñón y cascarrabias que le gritoneaba a A.B. entre cada segunda o tercera canción. Fue entonces cuando me di cuenta de que se trataba del papá de A.B., el ahora fallecido Abraham Quintanilla Jr. Hace más de 25 años me cayó mal esa actitud, pero hoy, siendo yo padre, la entiendo perfectamente. El patriarca solo quería cerciorarse de que su dinastía se desempeñara a la perfección.

Después del concierto, fui con algunos conocidos a cenar al restaurante Shari’s en Twin Falls, a unos 20 minutos del lugar del evento. De repente, sin previo aviso, llegaron A.B. Quintanilla III, su papá y varios integrantes del grupo. Al reconocer a este güero (porque a eso me parezco), el señor pidió que nos acercáramos y que comiéramos juntos. Pasamos más de dos horas ahí: dos horas muy gratas, entre comida, bebidas y mucha plática.

La conversación giró en torno a muchos temas, sobre todo lo agobiante que puede ser la vida de músico con presentaciones interminables. Hablamos de los éxitos y de los planes a futuro del grupo. Aunque la mayor parte de la charla fue en inglés, hubo bastante Spanglish de por medio. Envalentonado, me atreví a preguntar sobre la reciente película que lo retrataba a través de Edward James Olmos y que tenía a Jennifer López como protagonista en el papel de su hija. Su respuesta fue tajante:
“¡De eso no se habla! Si quiere seguir platicando, nos vamos.”

Hubo un silencio incómodo por un momento. Luego retomamos la conversación, hablando de noticias y de otros grupos tejanos y mexicanos, hasta cerca de las tres de la madrugada.

A mi parecer, la película lo retrató muy bien, tal cual era. Y aunque muchos interpretaron su carácter como áspero o duro, en 2025 aprecio y respeto lo que Abraham Quintanilla Jr. aportó al mundo. Su legado y su dinastía seguirán por generaciones en el ámbito latino.
Que en paz descanse.

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