
¿No qué no? Trump se dobla ante Walmart y Target: la farsa de un líder sin agallas
Donald Trump llegó a la presidencia con promesas de grandeza económica, vendiéndose como el salvador del “sueño americano” frente a la “inflación descontrolada” de Joe Biden. Pero a casi cien días de su mandato, la realidad es otra: el supuesto magnate de los negocios ha demostrado ser un charlatán sin visión, sin temple y sin palabra.
Esta semana, Trump anunció que reduciría significativamente los aranceles a productos chinos. ¿Por qué? ¿Un cambio de estrategia brillante? Para nada. Fue porque los CEOs de Walmart, Target y Home Depot le metieron miedo. Le advirtieron que sus políticas arancelarias estaban a punto de vaciar los estantes y congelar las cadenas de suministro. Y como buen populista sin columna vertebral, Trump cedió. ¿No que muy patriota? ¿No que defendería a la industria estadounidense? Bastó una junta con ejecutivos para que abandonara su supuesta guerra comercial.
Mientras tanto, el daño ya está hecho. El aumento de aranceles a 145% generó represalias inmediatas de China con tarifas del 125%. El mercado bursátil se ha desplomado un 14% desde su último máximo y la inflación ya supera el 2.5% anual. El mismo Trump que amenazaba con despedir al presidente de la Reserva Federal ahora recula, sin rumbo y sin credibilidad.
Según una encuesta de Reuters/Ipsos, sólo el 37% de los estadounidenses aprueba su manejo de la economía. Y no es para menos: 3 de cada 4 creen que se avecina una recesión y más de la mitad teme que las acciones de Trump dificulten una jubilación digna. Incluso un cuarto de los republicanos considera que su política económica es “demasiado errática”.
En lugar de mostrar liderazgo, Trump ha optado por gobernar con impulsos, chantajes y berrinches. Prometió una “Edad Dorada de América” y ha entregado miedo, incertidumbre y mercados inestables. Su falta de determinación quedó al descubierto cuando, en lugar de mantenerse firme, buscó la aprobación de minoristas multimillonarios que, en el fondo, solo quieren proteger sus ganancias, no al consumidor.
Trump no tiene estómago para las decisiones difíciles ni ética para sostener sus promesas. Es un presidente de escaparate, uno que simula fortaleza pero se desmorona ante la presión del capital corporativo. La pregunta ahora no es si cumplirá sus promesas económicas. La pregunta es: ¿cuánto más daño puede hacer antes de que los votantes le cierren la caja registradora del poder?
Añadir comentario
Comentarios