Trump y Putin: Una cumbre de poder, derrota y cálculo geopolítico

Publicado el 18 de agosto de 2025, 4:50

El encuentro entre Donald Trump y Vladimir Putin en la base Elmendorf-Richardson en Alaska dejó claro quién domina el tablero geopolítico: Putin.

El presidente ruso llegó como si fuera un desfile triunfal: alfombra roja, sonrisas y un Trump que lo recibió con palmadas y hasta le ofreció su propia limusina blindada. No hubo acuerdo formal, pero eso no era lo importante. El simple hecho de volver a negociar cara a cara con Washington, tras años de aislamiento por su invasión de Ucrania y con una orden internacional de arresto sobre la mesa, fue la victoria que Putin necesitaba. “Preservó su relación con Trump, evitó nuevas sanciones y recibió bendición para continuar la guerra”, resumió el analista Andrey Kolesnikov.

El giro narrativo de Trump

Lo más notable fue cómo Trump, tras semanas de amenazas y ultimátums, salió hablando con el mismo lenguaje que Moscú: en vez de un alto al fuego inmediato, pidió un acuerdo global que —en la práctica— permite a Rusia seguir avanzando en el Donbás. En su red social, responsabilizó a Volodymyr Zelensky de prolongar la guerra y sugirió que la paz requiere concesiones territoriales y renunciar a la OTAN. “Zelensky puede terminar la guerra casi de inmediato, si quiere”, escribió Trump, repitiendo que todo comenzó con un “golpe de Estado” en Kiev en 2014.

La jugada de Putin

Putin, siempre maestro del ajedrez político, utilizó la cumbre para legitimar su exigencia de seguridad a largo plazo: reconocimiento de Crimea, Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia como parte de Rusia; neutralidad y “desmilitarización” de Ucrania; y un compromiso de no expansión de la OTAN. Desde Moscú, lo presentó como un triunfo histórico: “Hemos podido explicar con calma nuestra posición”, dijo a sus ministros.

Un Trump debilitado

El analista Alfredo Jalife-Rahme subraya que Trump llegó debilitado: atrapado por el caso Epstein, criticado por su base MAGA por la complicidad con Netanyahu en Gaza, y con una guerra en Ucrania que consume recursos que él quiere reservar para su verdadero objetivo: China. En ese contexto, el acercamiento a Moscú luce menos como una apuesta por la paz y más como un intento de dividir al eje Rusia-China, evocando un “Nixon inverso” con Mao.

Zelensky en la cuerda floja

El gran ausente de Alaska fue Zelensky, convocado a Washington solo para escuchar los términos de rendición en boca de Trump: entregar Donbás, congelar las líneas en Jersón y Zaporiyia y abandonar para siempre la aspiración de entrar a la OTAN. Difícilmente aceptará, pero el mensaje es brutal: el destino de Ucrania se negocia sin Ucrania en la mesa.

Conclusión: ¿paz o capitulación?

La foto de Trump y Putin juntos en Alaska es un recordatorio de que el conflicto de Ucrania no solo es una guerra de trincheras, sino también una guerra de narrativas. Putin la ganó en esta ronda: se mostró como potencia igual, arrancó concesiones implícitas y mantuvo el pulso firme. Trump, en cambio, salió como socio menor, usando el lenguaje de Moscú y poniendo sobre Zelensky la carga de una paz que más parece capitulación.

El “deshielo” entre Washington y Moscú puede interpretarse como una jugada táctica para redirigir recursos hacia la próxima confrontación: China. Y mientras tanto, Ucrania queda como ficha sacrificable en este tablero de poder.


Fuentes

  • Wall Street Journal, “Putin Returns to Moscow With Air of Triumph After Summit” (16 de agosto de 2025)
    👉 Enlace archivado

  • RT, “Zelensky could end conflict ‘immediately’ – Trump” (17 de agosto de 2025)
    👉 Enlace

  • Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada, “Trump-Putin: dos buenos muchachos” (18 de agosto de 2025)
    👉 Enlace


 

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